Indeterminación
Los días de estudio y trabajo se han sucedido entre la intensidad y la rutina, han sido el escape a una temporada no solo incierta sino la acción posible contra un tiempo detenido, han sido también un refugio, un lugar protegido con un funcionamiento que escapa al determinismo de los acontecimientos, de las noticias y de la perplejidad social, con una sensación de liberación y despojamiento.
¿Existe el azar?
Las jornadas y las horas acumuladas son un proceso de prueba y error, tan conocido por mi, tan propiamente inestable como habitual. En esas jornadas los actos mas domésticos y triviales tiene la recompensa de un íntimo placer de descubrimiento e involuntariedad: los colores y las formas se precipitan, cuanto más casuales más exactos parecen a la composición, cuanto menos buscados mejor se establecen como respuesta estética.
Lo casual, aquello que escapa a comportamientos de un esquema previo ¿será un azar genuino?.
Aleatoriedad
En las mesas de trabajo se alean retales y restos que sin ninguna sintonía generan estados de composición de predicciones poco exactas. El color crea significados que cada imagen resultante asimila y conlleva como puede; cuánticamente los colores se establecen sin pautas precisas, unos se contrastan, otros se activan o se muestran neutros.
Predicciones
Como en una teoría de fragmentos, las formas se superponen se tapan o quedan desnudas, no hay certeza simultánea de cómo las acumulo sobre la superficie. El color se vivifica en la cercanía de frutas, peladuras y cáscaras; cualquier imagen es adecuada para anular sus significados y ser soporte de irrealidades, pliegues y manchas.
